martes, 30 de diciembre de 2008

Apoteósis de Luis Bolívar... no es casualidad

Lo ví el pasado febrero en Bogotá y lo pensé: a poco que en España la permitan no solo estar ante las duras y correosas, otra historia será. Luego se jugó el tipo en Madrid y su feria, saliendo con su cotización al alza. Lo confirmó el último domingo en Cali ante Castella, juntos a hombros, y ayer lo reconfirmó, encaramándose a ser el absoluto triunfador en esa feria. 2 orejas y apoteósis del pueblo en la Cañaveralejo en el que cerró la tarde. Una tarde que venía cuesta abajo por el mal juego del ganado de Puerta de Hierro que hizo naufragar a Morante (silencio y pitos) y Antonio Ferrera con dos orejas a su segundo dicen que regalo presidencial.

El toro, hecho de para arriba, metió la cara como si eso no le incomodara, y aparte se movió en los medios, terrenos extraños para todos sus hermanos de una mansa corrida de la ganadería de Puerta de Hierro. Y allí, al hombre que ya es un acontecimiento, le hizo una lidia medida, en la que casi todo salió limpio y redondo.

Ya en el capote, el torero descubrió ese pitón izquierdo que luego visitaría con asiduidad y placer. La vara lo dejó listo y el buen par, uno más de tantos, de ‘Chiricuto’ mostró que la tela estaba puesta en el caballete.

Lo citó de largo y el ejemplar se fue hasta el tercio contrario para mirar algunas caras en sol. Pero Luis estaba convencido de aquello en lo que creía a pie juntillas y ahí aguardó para traerlo de nuevo. Desde entonces, lo atrapó y nunca más lo dejó ir. Una tanda de derecha tocó el techo de Cañaveralejo, y dos que vinieron luego, de izquierda, resumieron el momento del torero nacional: fueron extraordinarias.

El noble no dejó de serlo y así respondió en el cite, recibiendo, que puso no punto final a la faena. Por el contrario, es un punto y aparte de un torero que ilusiona y crece. Lo que no es otra cosa que un desafío para él mismo.
(El País-Col.)