lunes, 15 de diciembre de 2008

Hoy en Expreso (y con razón)

Hay que remar hacia adelante por un objetivo común
Por Raúl Aramburú

Es el momento preciso para aprovechar la cresta de la ola, justo ahora cuando el éxito de la Feria del Señor de los Milagros ha dado la vuelta al mundo para aunar esfuerzos y devolverle el sitial que tuvo y se merece. Ello implica renuncias y exámenes de conciencia.

Y para lograrlo hay que hacer crítica constructiva, que permita enmendar errores (que los hubo y en buen número) pero con objetividad y justicia. No es fácil. Vayan por delante los organizadores. Cuando se trata de analizar y exigir a una empresa cualquiera, responsable de la organización de la feria, hay que tomar en cuenta que ésta tiene por objetivo ganar dinero como es lógico, y si esto se da, ganamos todos. Pero el crítico debe también velar por el interés del aficionado y la categoría de la plaza y no permitir que ésta se manche o irrespete.

Y ahí está la disyuntiva, porque no contribuye a la importancia de la plaza una novillada previa como la que se ofreció, con añojos no aptos para una feria de prestigio, y que como se señaló en su momento no se cumplió con el supuesto objetivo de promocionar a los novilleros y se atentó contra la categoría de la plaza. Así de claro.

Tampoco abona a favor de la empresa la tugurización que se hizo del atrio de Sombra para instalar múltiples negocios, que por más rentables que sean no justifican afear así la belleza de la fachada. El tema del callejón, sobrepoblado, también es un asunto a corregir por el peligro que implica si saltara un toro y por lo demás también hay que señalar que el trato a la prensa debe ser impecable, y no como en la primera de abono en que se suscitaron problemas con el ingreso de algunos periodistas, un tema que se enmendó en las demás corridas.

La empresa daría un gran ejemplo si ampliara sin límite las facilidades a los informadores que van a cumplir una misión específica. Es de justicia.Pero estos fallos, incluyendo los que hubiera podido tener el juez de plaza, por ejemplo, son subsanables. Sólo se necesita un poco de criterio y buena voluntad.Lo que parece no tener remedio – y hay que señalarlo– es la irresponsabilidad de la prensa escrita. Porque hablemos claro, mientras tengan tribuna individuos como Baldomero Cáceres o Pablo Gómez de Barbieri, poco será lo que se pueda hacer por la feria. En realidad, si los directores de sus respectivos medios tuvieran algo de afición por las expresiones culturales del Perú, deberían prescindir de ellos. Y voy a sustentarlo.

¿Cómo es posible que cuando la feria –un éxito del que deberíamos sentirnos orgullosos como peruanos– nos da la oportunidad de echar las campanas al vuelo y querer y creer que por fin podremos iniciar un despegue, venga un fronterizo como Cáceres y titule su crónica En Acho la autoridad aflojó ¿Minimizar la presentación y el esfuerzo de los ganaderos –hasta Puiggrós, increíble, alabó la presentación del ganado– como si aquí hubiera múltiples ganaderías alrededor de la plaza como en Sevilla? ¿No sería más lógico, y de aficionado (que no lo es) ver el lado positivo de una feria que están aplaudiendo en el extranjero por su éxito artístico y ganadero?¿Y qué podemos decir del otro individuo que usa el facilismo de desacreditar todo para poder ser él el protagonista? ¿Valdrá la pena perder tinta, papel y tiempo con un personaje que, contra la opinión de hasta el más antagónico, piensa y dice que no pasó nada bueno en esta feria?

Algunas perlas de este seudoperiodista: Luces sin brillo (primera corrida), Orejas baratas, toreo caro (segunda), Tarde barata, regalo de orejas como de costumbre (tercera), y la mejor de todas ¿Quién se ha robado mi plaza? Ponce empañado por vergonzoso indulto. (Su) plaza, de Ripley ¿Y quién se la dio? ¿Qué les parece? Aquí no cabe ni el respeto a la libertad de opinión. Eso no es libertad, es libertinaje petardero por insuficiencia mental.En fin, lo cierto es que si lográsemos superar estos escollos y eliminar los enemigos internos –a la fiesta le sobran los enemigos externos– podremos respirar con tranquilidad sobre su futuro. Y ahí debemos apuntar y hacia allí hay que remar. No se olviden que la feria perdura, las empresas son efímeras.