viernes, 21 de mayo de 2010

Video. 16ª de Madrid. El arte del toreo venció a la muerte.

Por Pedro Abad-Schuster

El video está en el link: http://feriastaurinas.plus.es/player_video.html?xref=20100521pluutmtor_2.Ves

Madrid, viernes 21 de mayo 2010. Lleno. 4 toros de Juan Pedro Domecq disparejos de hechuras, mansos, descastados y flojos. El 6° boyante. Uno de Gavira manso, noble, flojo embestidor. Uno de María Carmen Camacho manso, soso a menos.

Julio Aparicio: Herido en forma brutal y trágica por debajo de la barbilla, en el cuello saliéndole el pitón por la boca. Morante de la Puebla: con un lote imposible, silencio en el de Aparicio, palmas y silencio. El Cid: ovación, ovación y oreja; volvió a torear como tantas veces lo ha hecho en Madrid, con temple, empaque, profundidad; se mostró muy maduro y concentrado toda la tarde.

1º: Para Julio Aparicio. Bien presentado, noble y con celo el jabonero. Verónicas con clase y magnífica media de Aparicio en el primer jabonero de la tarde. La cornada en los primeros compases de su faena heló la sangre, el corazón y las retinas. Con la muleta, sin confiarse demasiado, pero con estética, lo andaba pasando algo en paralelo, a media altura, el toro no valía nada, y en la cuarta tanda, a izquierdas, se tropezó en la cara del toro, cayó al suelo, se cubrió con la mano armada de muleta la cara, el toro le tiró un derrote seco y le alcanzó por debajo de la mandíbula. Se levantó el diestro consciente de la cornada y fue llevado en volandas hasta la enfermería. Allí le apreciarían y comenzarían a operar la grave cornada. Esperemos de su fortaleza, su ánimo y la pericia médica una pronta recuperación, que nos tememos habrá de retrasarse un tanto.

2º: Para El Cid, con peligro, descastado, flojo, incierto. El animal le llegó a zarandear violentamente aunque afortunadamente sin consecuencia. Aguantó al toro que se fue quedando corto muy rápido y metiéndose por dentro. Un pinchazo.

3º: Morante. Su primero completo se llamó Alucina, como hacemos todos ante reses de semejante descaste, manso, soso y flojo, de 580 kilos y jabonero de capa, como el agresor, aunque de pitones delanteros. Dio alguna buena verónica, con clase, de saludo, afirmando los pies, ciñéndose las embestidas, pero tras una caída en el tanteo, el cabeceo y lo escaso del viaje en la muleta, optó, con buen criterio, no terminar de aburrir –y degradar el arte- y lo mató de más de media, también perpendicular y caída.

4° de Gavira para El Cid. Terciado con afiladas puntas; con movilidad, flojo, noble, con poca fuerza, manejable. El Cid supo pulsear para faena con empaque y enjundia por ambos pitones. Dejó estar en la muleta del Cid que empezó a sentir el calor de Madrid. Lo intentó, le aguantó y se quedó bien en un par de series en redondo, templando mucho al buen toro, llevándolo largo y seguro. Pero sólo fueron esas dos. Con la izquierda se torció la cosa, volvieron a aparecer las dudas, el quedarse fuera y sólo algunos muletazos buenos, muy salpicados. Palmas.

5°: Para Morante. En el tercer quinto toro que salió de chiqueros, de Camacho, el llamado Porrita por mal nombre, -de 535 kilos, negro mulato y listón, poquita cosa, manso, soso y yendo a menos- volvió a dar una auténtica lección de toreo de capa, encumbrándose a lo excelso. ¡Qué capacidad de templar y mandar con el percal! ¡Qué gusto, qué lentas se nos hicieron, qué majestad en el movimiento de brazos y el acompañar del cuerpo! Verónicas eternas, largas, mandonas, hundiendo la cabeza en el pecho, como mirándose el corazón, acercando la inteligencia torera al lugar donde nacen las emociones. Repitió dos de ellas en su reglamentario quite, pero no pudo seguir en la muleta. El toro corto, desfondado, revolviéndose a veces no se lo permitió. Siempre natural, sin afectación alguna, como quien lo hace sabiendo y sabe hacerlo anduvo intentando torear. De uno en uno, o tanteando la ligazón, nada conseguiría, ensuciándose el trasteo en la última serie, ante un animal birrioso, que punteaba y no tenía recorrido apenas. Un pinchazo caído, unos buenos doblones por la cara, un nuevo pinchazo y media caída y atravesada, nos dejaron ese regusto agridulce del buen toreo mostrado y de la incapacidad de redondear lo apuntado.

6º: Para El Cid. La oreja, la ansiada y necesaria oreja, llegó en el sexto juampedro, el único que tuvo algunas embestidas desde la distancia, llamado Disparate, de 525 kilos, negro listón, de escaso remate por detrás, pero noble y boyante en su mansedumbre. Fue peor por el pitón izquierdo. La faena se articuló fundamentalmente por la diestra, con transmisión, desde la distancia y aprovechando esas arrancadas con transmisión, templándolas bien y rematándolo lejos. Quizá algo colocado más allá del pitón el matador, pero embarcando por delante y mandando sobre esas embestidas, rematando las series con buenos pases de pecho –de lo mejor-. La faena, tras el intento a izquierdas, perdió fuerza, como perdió el toro parte de su acometividad, terminando por torearlo más en corto, pero también más en redondo por la diestra. Una buena estocada por arriba nos permitió alegrarnos de una recuperación que ya es franca y notable. ¡Enhorabuena! ¡Y que se repitan más y mejores faenas como la contemplada, porque con ellas el arte siempre vencerá a la muerte! (Fuente: cope)

Fotos: http://largacambiada.blogspot.com/
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