lunes, 14 de abril de 2014

Blancanieves ¡de arte!

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Lugar común es decir que la tauromaquia es un compendio de todas las artes.  Y ha sido  el 7º  (arquitectura, danza, escultura, literatura, música, pintura, teatro…) el que lo confirmó,  tratando con sensibilidad y belleza  la verdad de la fiesta,  ese teatro que se danza pinturera y esculturalmente ante la muerte.

Hablo de la película ‘Blancanieves’ (2012 de Pablo Berger) que arrasó el ‘oscar’ español  en el 2013.  Inspirada en el cuento de los Hnos. Grimm,  esta tragicomedia versiona  la España cañí del 20 y rinde homenaje al cine mudo  con un exquisito, preciosista  y sutil  manejo del  blanco y negro.

Desarrolla el argumento en clave taurina en el personaje del matador Antonio Vïllalta lisiado por una cornada, donde los enanos toreros rescatan a su hija que desvela el toreo aprendido de su padre en jornadas tiernas de reencuentro en  años en los que la malvada madrastra (excelsa Verdú)  sometía  y castigaba a su hijastra, siendo en el desenlace muerta por el toro al que perdonaron la vida después de regalar ‘la manzana’ que durmió eternamente a Blancanieves que terminó en un circo esperando el beso que conjure un  ‘milagro o maldición’.

No es común que el toro llevado a la gran pantalla se vista de luces, con nivel, con categoría y abolengo.  Sobre todo con cabal torería. Esta Blancanieves lo tiene. Y también una banda sonora maravillosa que conjuga la sinfónica y la  flamenca fusionada con jazz de Alfonso Villalonga, con justeza y brillo. 

La asociación Pro Acho que lidera el Dr. Juan José Cabello hizo el esfuerzo para traer en función privada esta joya del cine español aunque pocos acudimos al apunte cultural que trasciende lo meramente taurino, si  se animan a reponerla,  me apunto, dos y diez veces.