miércoles, 28 de octubre de 2015

Tauropolis: La hora de la verdad

Sígueme en Twitter @magalyzapata

Veo hoy en las redes una revolución del verbo ante la posible salida del cartel de uno de los toreros escriturados para la corrida de Miura en Lima, el domingo 8 de noviembre. Corrida que trae su morbo, y es que en el toro, hay toros que tienen cartel, y los de Miura lo tienen.

Leyenda negra fatalmente escrita con muertes en los muchos años de existencia (desde 1842), por haber quitado la vida a toreros importantes en la historia.
Auténtica exponente de la sangre fundacional Cabrera.


El caso es que los temidos Miura ya están en Lima y sin salir al ruedo, dan que hablar. Ureña, para unos, que no viene, para otros, llegará. En todo caso, el puzzle se tendrá que resolver ya, porque para el domingo 1 de noviembre, en cinco días, el sustituto tendrá que anunciarse en el cartel que pasea el redondel de Acho.

Creo que nunca se imaginaron en Zahariche que en Lima habría alguno dispuesto a ponerse delante. Así las cosas, y aunque intentemos banalizar el tema, lidiar –que no digo torear- un Miura tiene sus teclas. 

Dicen de ellos que ostentan una capacidad psicológica para darse cuenta cuando son dueños de la situación, (“que no se dé cuenta de que le tienes miedo porque ya no tienes donde meterte” dijo alguna vez Pepe Luis Vásquez); que cuando ponen el ojo, zás, pero que no son certeros sino más bien, rebañones (por corniabiertos); que el malo, lo pregona, te avisa, y que al bueno, la muleta pronta y en la mano para exprimir los apenas 15 pases que puede traer dentro, sin probaturas, menos con dudas. Yo he visto dos corridas de Miura en mi vida, en Sevilla y en Pamplona. Y cierto es que imponen, su alzada, su estructura, su estampa, y ay cuando te miran luego de posar tremenda cabeza y barbas en las tablas… dan ganas de salir por pies. 

Volviendo al inicio, baja posible del cartel, posibilidades de entrada. Dos opciones tiene la empresa, mirar aquí o mirar allá, en la cuna, donde residen los especialistas, que como Ruiz Miguel –el que más los ha toreado en la historia- poquísimos. Uno de ellos sí que está fijo en Lima y nos ha echado su mejor temporada y con corridas duras, de lejos para mí lo mejor del año (junto con Urdiales) y se llama Rafaelillo. Lo acompañará Escribano, más fresco en estas lides, fue un Miura (Datilero #31) el que lo salvó del anonimato en Sevilla, sustituyendo a El Juli en el 2013. Y el tercero en terna… 

Apuestas corren y los corrillos se mueven y al parecer los ojos de la empresa estarían en casa, y es que salvo Castaño o Robleño, otro ‘especialista’ ya no queda en España. Ante este panorama, ha sido Alfonso de Lima quien ha salido a ponerse al frente y decir ¡aquí estoy yo! Lo que ha despertado pasiones, a favor y en contra. 

No es por ponerme en uno u otro lado, sino por decir lo que pienso y es que encuentro encomiable la actitud, más cuando se trata de miuras, así nomás nadie es capaz de ponerse el mundo por montera y montarse al toro, y éste gallo lo hace. Entiendo que con sus armas, su conocimiento y su experiencia, con algunos años de rodaje, especialmente en las provincias, donde los toros que echan –sin ser miuras- en condiciones de lidia podrían asemejarse. 

La actitud en el toro dice mucho y la de Alfonso nos remonta muy atrás cuando la épica del toreo
primaba sobre la estética, épica que busca inmolarse por conseguir un triunfo que marque un hito en su historia, y en la nuestra, y eso se agradece. 

En el toreo muchas veces la capacidad se suple con hombría, con entrega y él ha demostrado que se crece ante los retos. Nadie daba un duro y fácil indultó un toro en Acho. Plantó cara en Madrid con apenas bagaje de novilladas en casa. Antes hizo lo propio, cuando su primera novillada en Acho. Y este año ha pechado con toros altos, descarados, abiertos de cuerna, sin clase, complicados, correosos a los que con empeño y tesón metió en muleta y desorejó. Cito: Huancavelica, Siguas, Rosaspata, San Miguel, Cajabamba y Viraco. Esas son las medallas que orgulloso lleva, lo sé porque hablé con él indagando el talante ante su manifiesta declaración. 

 
Si a ti te gustan los toros, no hay mejor ganadería para medir el valor de un torero que el mítico hierro de Zahariche. 

Será su hora de la verdad. Sin trucos, sin ambages, con muleta y corazón de león. Ni un paso atrás. Sería el primer peruano que se juega la vida frente a un Miura, perdón, frente a dos. Fírmelo.



APUNTE: La leyenda de los Miura tienen nombre y apellido.  Machaquito triunfó en Madrid en 1911 con Zapatero. José Gómez Gallito en Sevilla en 1915 con Galleguito y Capachito. Juan Belmonte se consagró en la Maestranza en 1916 con Lentejo y Rabicano. Vicente Pastor en Sevilla en 1916 con Recovero. Y Diego Puerta se consagra con Escobero en 1960.  En el otro lado, Jocinero fue el Miura que mató a José Rodríguez Pepete en la plaza de Madrid en 1862. Chocero acabó con la vida del banderillero Mariano Canet Llusio en Madrid en 1875. Perdigón mató a Manuel García El Espartero también en Madrid en 1894. Receptor mató a Domingo del Campo Dominguín en Barcelona en 1900. Agujeto le segó la vida al novillero Faustino Posada en 1907 en Sanlúcar de Barrameda, y otro Miura también mató al novillero Pedro Carreño en Écija en 1930. Y Islero mató a Manuel Rodríguez Manolete en la plaza de Linares en 1947.